Todas las cremas hidratantes no son iguales. No solo se diferencian en su textura, sino también en su capacidad de hidratación, aparte de estar unas indicadas especialmente para unas zonas u otras del cuerpo o para un tipo de piel específica. Pero, ¿cuál me conviene? Aquí damos las claves para que hagas una buena elección.

Zonas secas

En las zonas más secas de la piel como los talones, codos y rodillas es conveniente aplicar las mantecas, mientras que para las partes del cuerpo más extensas se recomienda la utilización de las texturas en crema porque son más ricas en hidratación y nutrición que, por ejemplo, las leches.

No obstante, si la tendencia es a tener la piel seca, la mejor opción pasa por los aceites espumantes o el gel de ducha sobregraso, ya que tiene ingredientes reengrasantes que permiten crear una capa protectora.

Y, cuando la piel es extraseca, lo aconsejable es recurrir a los aceites corporales. Por ejemplo, los aceites corporales secos se caracterizan por ser ligeros y dejar una piel satinada. Este producto es igualmente efectivo en las pieles maduras.

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La ventaja, además, de estos aceites es que se pueden emplear de varias formas. Una de ellas es extenderlo directamente sobre la piel porque no queda grasa o bien mezclar unas gotas con una crema hidratante. Con este sistema igualmente se consigue una buena hidratación.

Pieles sensibles

En el caso de tener una piel sensible o intolerante, la clave está en utilizar las cremas que tengan activos calmantes como el aloe, la caléndula, avena o el agua termal. Y, en cuanto a la textura, se recomiendan las que son fluidas y con siliconas para facilitar que la crema se deslice fácilmente.

Muy importante es que la crema que se elija no tenga perfumes y esté sometida a pruebas de alergia con el fin de no irritar la piel ni aumentar su sensibilidad.