Tener un cabello suave, sedoso, fuerte y sano no siempre es fácil porque influyen muchos factores como el estrés y la ansiedad, los cambios hormonales, las dietas demasiado estrictas… y también los cuidados que se proporcionan al cuero cabelludo y los productos que se emplean como el champú. Precisamente, su composición es decisiva porque interfiere claramente en el aspecto del cabello. Un motivo por el que es especialmente clave hacer una correcta elección. Pero, ¿cómo se puede saber si se está empleando o no el champú más adecuado para el cabello?

Tipos de champú

A la hora de elegir el champú adecuado, varios son los factores que se tienen que tener en cuenta como la periodicidad de lavado del pelo, el nivel de grasa, la caída o la caspa e, incluso, si se vive o no en la ciudad.

Aquellas personas que tienen que lavar su pelo a diario, lo más recomendable es que empleen un champú que tenga una fórmula ultra suave con ingredientes naturales. Además, es importante que en el propio envase del producto se indique claramente que es para “uso frecuente”.

Cuando se tiene el pelo graso, la clave está en utilizar en el lavado champús que incluyan activos reguladores del sebo. Es un producto que también se puede combinar en algunas ocasiones con el champú en seco porque igualmente ayuda a regular la grasa capilar. En todo caso, con el cabello graso, es fundamental que se haga una exfoliación del cuero cabelludo cada tres semanas.

Los champús que estimulan el crecimiento capilar están indicados especialmente para aquellas personas que registran caída del cabello. Es clave que estos productos contengan activos como la biotina.

Y, ¿qué se necesita si el pelo tiene caspa? La clave está en aquellos champús específicos para su prevención y eliminación y que suelen contener activos como el zinc pyrithione.

El champú que se emplea igualmente se debe elegir en función del lugar en el que se vive, sobre todo, si se habita en las ciudades. En estos casos, se recomienda emplear el champú antipolución sin sulfatos porque ayudan a eliminar los residuos contaminantes que se adhieren al cabello con la ventaja de que no dañan el cuero cabelludo.