El rechazo sexual o amoroso es uno de los eventos más dolorosos que podemos sufrir en nuestras vidas. No solo atenta contra futuras posibilidades de abrirnos a las personas del otro sexo, sino que socava en ocasiones las mismas bases de nuestra autoestima.

Pero lo cierto es que el rechazo no es tan malo como parece. De hecho, es bastante natural que ocurra, ¡y ni siquiera tiene que ver contigo! Veamos los motivos.

Si alguien te rechaza, no es por ti

Lo primero que debes interiorizar, es que si alguien te rechaza, no es por ti.

Vivimos en una sociedad que nos enseña que todo lo que nos ocurre es causado por nosotros mismos. Por ejemplo, si eres pobre es porque no has sabido aprovechar las oportunidades y explotar tu potencial, no porque las políticas económicas del Estado sean un asco.

Esta forma de pensar permea todas las aristas de nuestra vida, y la seducción y el amor, lógicamente, no quedan exentas. Así que, cuando alguien nos rechaza, inmediatamente pensamos que es porque nos falta algo, porque de cierta manera no somos suficientes. Y, por tanto, si tuviéramos este o aquel atributo, ¡no nos rechazarían!

Pero esto es un error de percepción. Cuando una persona te rechaza, casi nunca es por lo que eres o no eres, por lo que tienes o dejas de tener.

Te rechaza porque, en ese momento determinado, en su cabeza ni siquiera se había empezado a formar la idea de tener una relación sexual o romántica contigo. No porque te falta algo, sino porque simplemente no lo había considerado dentro de las circunstancias muy particulares en ese momento de su vida.

¿Por qué? Porque la atracción depende de muchos factores externos a la persona, y es algo completamente circunstancial. Que esa persona te atraiga y, de pronto, hayas depositado la atención en esa persona, es algo surgido a partir de tus circunstancias y eventos personales.

¡Y no puedes pedir que lo mismo surja al mismo tiempo en una persona cuyas circunstancias y eventos personales son diferentes a las tuyas! En fin, que el amor tiene más de azar que de providencia, esa es la realidad.

Cuando alguien te rechaza, ¡no te rechaza a ti!

Ya vimos que cuando alguien te rechaza, no es por ti. Pero hay una realidad aún más profunda que esta, ¡y es que tampoco te está rechazando a ti! ¿Cómo es posible esto? Muy sencillo: nadie ama ni rechaza a las personas como tal, sino a la imagen mental que se han hecho de ellas.

Cuando conoces a alguien, enseguida te haces una imagen mental a partir de su físico, sus palabras, sus acciones, sus gestos, etc. Todas estas son señales que te permiten formarte una idea de la persona, pero no son la persona. Lo que tú crees que es la persona no es, en realidad, más que una construcción mental.

Así que, cuando alguien te gusta, lo que te gusta es la idea que te has hecho de ella. (Eso explica, por ejemplo, por qué tantas relaciones terminan mal: con el tiempo, nuevas señales y evidencias empiezan a interferir con esa imagen mental que te habías hecho en un principio de la persona, y el resultado lógico de eso es la decepción).

Del mismo modo, cuando alguien te rechaza, lo que está rechazando realmente es la imagen mental que tiene de ti, y no a tu persona real.

De hecho, por eso es tan importante la seducción. La seducción viene a ser el arte de crear una imagen mental atractiva en la otra persona. Por eso es que hay tantas personas deplorables que, sin embargo, son excelentes seductores y los miembros del otro sexo caen rendidas ante su presencia. Porque la seducción es eso, un teatro.

Conclusiones…

Llegados hasta aquí, espero que hayas comprendido estas dos realidades del rechazo sexual y amoroso: no te rechazan por ti… ¡y en el fondo ni siquiera te rechazan a ti!

Entonces, ¿por qué sufrir por ello? Si alguien te rechaza, es porque simplemente las circunstancias no han propiciado la formación de una imagen mental tuya sexual o amorosamente atractiva en esa persona. Es todo así de trivial.

Por eso, ¡déjalo pasar! No te enfades, no te lo tomes personal. Toma dos cursos de acción objetivos:

  1. Sigue adelante y olvida a esa persona, lo que te dará espacio en tu corazón para interesarte por alguien que realmente se interese en ti.
  2. ¡Seduce a esa persona! O, en otras palabras, empieza a crear circunstancias que favorezcan la formación de una imagen mental de ti que resulte atractiva para esa persona.

Cualquiera de estas dos alternativas puede sonar difícil al principio. Pero cuando interiorizas las realidades que hay detrás del rechazo y empiezas a ver objetivamente las cosas, se hace todo muy fácil, porque has dejado de tomarte el rechazo como algo personal.