El aprendizaje de un segundo idioma es una experiencia académica que siempre tiene un enfoque personalizado. El modo de vivir el proceso no solo depende de variables externas, sino que también está en relación con factores internos. En ocasiones, la respuesta emocional ante los objetivos a alcanzar está condicionada por el estrés, la preocupación y la sensación de inseguridad. La ansiedad lingüística hace que el alumno experimente un mayor nivel de vulnerabilidad cuando realiza una actividad en un segundo idioma.

 

El miedo al error condiciona negativamente el aprendizaje

Cuando una persona se comunica en su lengua materna se siente familiarizada con el uso de una amplia variedad de conceptos. Sin embargo, la percepción cambia durante el aprendizaje de un segundo idioma que aleja a la persona de su zona de confort. En ese caso, el estudiante es consciente de que existen muchos aspectos que desconoce. Por ello, el aprendizaje de una segunda lengua desde temprana edad reduce de forma significativa el riesgo de experimentar este tipo de ansiedad.

Desde esta perspectiva, conviene puntualizar que las habilidades comunicativas no solo están relacionadas con la comprensión de un idioma, sino también con la inteligencia emocional. Quien experimenta ansiedad lingüística se siente vulnerable ante el miedo al error.

¿Cómo influyen las emociones en el aprendizaje de otro idioma?

La inteligencia emocional y social nutre la autoestima, la tolerancia a la frustración, las habilidades sociales y el optimismo. Factores que influyen positivamente en el afrontamiento del propio proceso de aprendizaje. La ansiedad lingüística puede propiciar conductas de evitación. Por ejemplo, el alumno intenta pasar desapercibido ante los demás (no de forma permanente sino en aquellas actividades que se realizan en otro idioma).

Y la evitación influye de forma negativa en el propio aprendizaje y en la autoconfianza personal para alcanzar nuevos objetivos de estudio.