Fumar es un hábito negativo que está condicionado por la dependencia. Su impacto no afecta únicamente a la salud del fumador. De hecho, los niños y toda la familia entran en contacto con el conocido como humo de segunda mano. Es decir, aquel que se integra en el ambiente y lo deteriora. Un hogar saludable protege a todas las personas que viven allí.

Un ambiente libre de humos es saludable para toda la familia

El impacto que el humo de segunda mano es todavía mayor en los niños, puesto que se encuentran en una etapa de crecimiento y de desarrollo. Las consecuencias del contacto con un ambiente poco saludable se prolongan en el largo plazo.

Es un factor de riesgo que incrementa la probabilidad de padecer infecciones de oído, asma, neumonía y otras enfermedades. Además, el niño llega a normalizar el acto de fumar puesto que lo percibe en el ejemplo que recibe en su entorno inmediato. Por ello, existen decisiones positivas que influyen favorablemente en el bienestar infantil. Conviene adoptar normas que hagan del hogar un espacio libre de humo.

Es recomendable evitar el contacto con lugares expuestos al tabaco. Conviene puntualizar que también existe un humo de tercera mano que permanece en una superficie incluso cuando no se percibe a simple vista. Su esencia puede quedar integrada en los textiles, muebles y otros materiales del hogar.

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Hay numerosas razones para dejar de fumar

La decisión de dejar de fumar fomenta el autocuidado personal y el bienestar familiar. Es un cambio en el estilo de vida que produce una transformación positiva en la rutina cotidiana de todos los miembros. La superación de una dependencia es un objetivo viable, pero el proceso no carece de obstáculos. Por ello, es recomendable pedir ayuda especializada para dejar atrás la adicción. Del mismo modo, conviene recordar a los invitados que no pueden fumar en casa.