La curiosidad pone el acento en el asombro. Es importante mirar con detenimiento el contexto para percibir la belleza de los matices. La mirada de los niños es la expresión del asombro de quien descubre lo esencial.

1. Responde a sus preguntas

El niño hace muchas preguntas en su día a día. Cuestiones que son un reflejo de la sabiduría infantil y que, además, muestran una perspectiva propia. Por ello, las respuestas aportan información y herramientas para el conocimiento del mundo.

2. Contacto con la naturaleza

El bienestar digital infantil es muy importante. Es necesario reducir el tiempo de uso de las pantallas. Por el contrario, los juegos al aire libre, las excursiones por el campo y los planes en contacto con la naturaleza se desarrollan en el ámbito presencial. Experiencias que alimentan la curiosidad de los niños en cualquier periodo del año.

3. Estilo de vida consciente

La prisa es uno de los factores que afecta de un modo negativo a los adultos. Y los adultos pueden contagiar la inercia de este ritmo a los niños. Un estilo de vida consciente, por el contrario, pone el foco de atención en el presente. En definitiva, crea el escenario propicio para cultivar el arte de la observación.

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4. Lectura

Los planes al aire libre son muy positivos para incrementar el bienestar familiar. Pero existe un recurso muy sencillo que está presente en el propio hogar: el libro. La lectura es una invitación para viajar mediante el poder de la imaginación hasta otros escenarios e historias. El lector se identifica con el protagonista de una trama que alimenta la curiosidad de quien visualiza el relato en su interior.

Por tanto, el asombro es un ingrediente que conviene integrar en la vida familiar.