Esta impresionante edificación fue fundada en 1540 por frailes agustinos con el apoyo económico del Cristóbal Rodríguez de Ávalos. Se encuentra en el primer cuadro de Malinaco y se conforma del Convento de la Transfiguración y la Iglesia del Divino Salvador.

Indígenas trabajaron en esta magnífica construcción, primero en las plantas bajas del convento y de la iglesia en 1560; en 1568 se agregaron los recuadros del pintor flamenco Simón Pereyns, mientras, de acuerdo con el sitio Malinalco.net, el claustro alto fue se estima fue agregado en 1580.

El sitio web especializado sobre este hermoso poblado del Estado de México explica que la fachada de la Iglesia es estilo renacentista, específicamente llamado plateresco ya que se resaltan cabezas de ángeles, conchas y rosetones adosados a los frisos o a las bases de pilastras.

Convento de Malinalco
Foto: ShutterStock

Los frescos del convento se encuentran en la bóveda del claustro inferior y en las cuatro paredes. En la bóveda se observa diseños de fauna silvestre y plantas entrelazadas, mientras que en las cuatro paredes se observa la clara identidad cristiana en tres medallones con los símbolos de Jesús, María y el emblema Agustino.

En los frescos se identifican de la forma de flora y la fauna indígena de la época, que actualmente crecen en las áreas naturales de Malinalco, un total de veintitrés especímenes nativos.

Convento de Malinalco
Foto: ShutterStock

El sitio Malinalco.net resalta que las plantas representadas en las pinturas no fueron elegidas al azar ni por decorativas, sólo se incluyeron aquellas que tuvieron importancia cultural dentro de la sociedad.

Por ejemplo, los aztecas valoraban las flores olorosas, incluso las consideraban un lujo y, por eso, un privilegio único de las clases dirigentes. Por ello utilizaban el huacalxochitl en ceremonias para engalanar a héroes militares, al tlatoani o caciques, además se usaba para combatir infecciones.

​​​También el huacalxochitl se relacionaba con la fertilidad asociado como simbolismo sexual, incluso continuó siendo reconocido en la colonial, los cazadores de la época colocaban la flor en sus sombreros para garantizar una cacería abundante.

Una planta que parece dos veces en los frescos es la yolloxochitl o ‘flor de corazón’ o ‘huevito’, que es usada para untarla sobre el cuerpo durante una curación; esta flor puede ser molida y bebida en infusión contra la infertilidad o para curar enfermedades del corazón.​​​​​

Convento de Malinalco, joya colonial
Foto: ShutterStock

El claustro alto, proviene de temáticas desarrolladas en otros conventos agustinos pintados en 1580. En el ángulo sur-poniente están representadas las escenas de la Oración en el Huerto y Lava pies; el sur oriente corresponde a Cristo sentado al borde de la Cruz y la Crucifixión, el nor-oriente tiene las escenas del Descendimiento y la Piedad en tanto que en el nor-poniente están la Resurrección y el Pentecostés enormemente deteriorado.

La escalera monumental que conecta ambos claustros, se conservan sólo las pinturas del techo: un medallón con un pelícano alimentando a sus crías, emblema crístico que en este caso sugiere una exhortación a los frailes acerca del aislamiento y los riesgos de su existencia en tan amenazadores parajes; el marco del medallón, el zacate retorcido, que significa un logo local, referido al topónimo de Malinalco.

Convento de Malinalco, joya colonial
Foto: ShotterStock

Al ir entrando al claustro del convento se tiene la sensación de encontrarse en los «jardines del paraíso», la hermosa combinación entre la vegetación, clima y arquitectura, el lento paso del tiempo, el silencio y los grandes espacios, son sin duda, una oportunidad de salir de la cotidianidad y entrar en una especie de viaje lejano sin ir tan lejos de la Ciudad de México.

Malinalco es sin duda uno de los pueblos más hermosos de la zona centro, se recomienda ampliamente visitarlo en fines de semana; sin duda, será una experiencia inolvidable, con ganas de regresar en todo momento.