Las preocupaciones ponen el punto de atención en el futuro de aquello que está pendiente de hacer. En otras ocasiones, esta perspectiva describe posibles miedos que quizá nunca se manifiesten en la realidad. La felicidad es un deseo universal, pero dicha experiencia comienza por lo concreto de las acciones más sencillas. Es decir, no quedes a la espera de que la alegría plena llegue a tu vida como consecuencia del azar.

 

1. Escucha tu cuerpo

Tu cuerpo te habla. ¿Escuchas aquello que te dice? Te envía sensaciones de bienestar o, por el contrario, posibles molestias que pueden tener un origen emocional.

2. Cuida tu bienestar como una prioridad

El cuidado de la salud física y emocional comienza con aquellos hábitos que definen el estilo de vida de aquel que se protege a sí mismo. Busca y encuentra tiempo para ti. Tal vez solo necesites organizarte de un modo diferente para conseguirlo.

3. Establece objetivos a corto y medio plazo

El horizonte lejano de una meta a largo plazo describe una dirección que influye en tu presente. Pero la verdadera felicidad transcurre en el corto plazo. Por tanto, intenta conectar con propósitos conscientes que se contextualicen en el marco de cada día o cada semana.

4. Las emociones desagradables forman parte de la vida

La felicidad no es sinónimo de placer constante. La tristeza, la frustración, la desilusión y la decepción son ingredientes desagradables pero necesarios. Lo más importante es aprender a gestionarlos con inteligencia emocional.

5. Defiende tus límites con asertividad

No solo se trata de establecer estos límites en los vínculos con los demás, sino también de defender estos principios desde el respeto y la asertividad.

¿Cómo ocuparte de ser feliz? No dejes para otro momento aquello que puedes hacer hoy. A veces, se trata de algo tan básico como descansar.