La empatía resulta especialmente compleja. Así ocurre cuando el comportamiento de un amigo rompe con la imagen de aquello que tú crees que hubiese sido lo correcto en una acción que tiene que ver contigo. Y, sin embargo, la amistad verdadera puede mostrarse, todavía más, en un momento de dificultad. Es decir, si un hecho de estas características siempre constituye el fin de una relación a modo de causa y efecto, la soledad será la consecuencia inevitable.

No te quedes solo en la interpretación

Todos los seres humanos nos equivocamos, incluso los mejores amigos cometen errores. Esta es una de las primeras lecciones que nos dejan las decepciones. Y, sin embargo, lo sucedido puede suponer un hecho más en la historia de esta amistad, cuando existe una continuación. Pero, en otras ocasiones, marca el final definitivo.

No existen fórmulas que sean válidas en cualquier situación para superar esta realidad, pero en muchos casos, la clave reside en la empatía. Una empatía que no implica la comprensión del hecho en sí mismo, sino del arrepentimiento de quien hirió tus sentimientos.

Uno de los principales riesgos de la decepción, es que aquel que se ha sentido traicionado se encierre en sí mismo, y no hable claramente del asunto con el otro protagonista. Mediante este diálogo, tendrás la posibilidad de ir más allá de tu propia interpretación, ya que tal vez hayas establecido una conclusión precipitada. Quizá, la intención de ese amigo es distinta de la que tú interpretaste en un primer momento.

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Acepta tu propia fragilidad

¿Cómo tener empatía cuando un amigo te decepciona? La respuesta no solo puede estar en el otro, sino también en ti mismo. Quizá recuerdes algún momento en el que fuiste tú quien se equivocó con alguien. Y, ahora, te sientes afortunado por seguir contando con la compañía de esa persona en tu vida.